El fetiche. Lo animado e inanimado en la clínica psicoanalítica. - Marcelo Redonda

TRABAJOS LIBRES



El fetiche. Lo animado e inanimado en la clínica psicoanalítica

Marcelo Redonda
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La insistencia de un observable en mi trabajo guió mi atención hacia el siguiente hecho: ¿soy un objeto animado para mi paciente?, ¿lo es su hijo o esposa?, ¿su alucinación es más animada que yo para sus necesidades psíquicas? ¿en qué momento este adolescente puede empuñar su arma y matar a sus compañeros como si fuesen muñecos? ¿esas imágenes que me muestra en google en directo, en la que me señala en donde el francotirador de colorado o Texas disparaba como si los que corrían desesperados fuesen hormigas, son la evidencia de objetos inanimados y manipulados a gusto, objetos ajenos a la posibilidad de ser objetos vivos?, ¿y esos dibujos japoneses que se multiplican a una velocidad superior a lo que estoy acostumbrado a registrar, además de un idioma y voces no adecuadas a mi escucha, de qué mundo son?.  Sólo algunos interrogantes que se pueden incluir en esa pregunta: ¿qué es un objeto animado, o vivo, y que un objeto inanimado en las sesiones analíticas? Señalo que un objeto inanimado no es un objeto muerto. Lo inanimado puede volverse a animar según la operatoria que se realice con el fetiche. Puede volverse un objeto animado, una experiencia psicótica o un homicidio según sea la resolución. Sabemos tentativamente que ante el fetiche nos encontramos en una situación fuera de todo consenso. Es decir, sin un símbolo.


La adolescente de ojos perdidos que vio a Syd Barrett, o (♀ ≠ ♀ +♀…)

                                                                                     I tell you we must die
                                                                                                    The Doors

El día que estuvo en “la tribu”, una radio alternativa de Almagro, Andrea vio a Syd Barrett. La quisieron convencer de que el músico inglés, integrante de Pink Floyd, había muerto hacía tiempo, luego de un período de extravío en que lo sumió una sobredosis de drogas experimentales. Ella, de todos modos, con sus ojos perdidos había visto a Barrett. También había quedado luego de un confuso diálogo, en encontrarse con un mozo de la tribu en una sala de cine. Al ver que el joven no llegaba, decidió quedarse a las dos funciones que seguían para certificar que no estaba, o que no era ese...que se parecía o el que la miró. Ante la prueba irrefutable de la ausencia se pregunto si realmente había quedado en encontrarse con el joven en ese cine, o si realizó alguna cita inclusive. Llegó muy tarde a su casa que le pareció extraña al verla en la madrugada. Se puso a estudiar latín, era una estudiante avanzada de Letras. Se durmió estudiando sin entender lo que decían las palabras. ¿Se despertó? sin poder hablar castellano corriente y rodeada de su familia que decidió llevarla a un psiquiatra. Conservaba el habla en latín.  Luego de unas semanas, concurrió a una entrevista conmigo. Con los ojos perdidos me comentó que se sentía abrumada por una presencia, que no sabía si la llevaba adentro o afuera. Le dije que había algo que no la dejaba comunicarse del todo conmigo e incluso no sabía si yo era o no real. Intento fijar su vista en mí. Era una chica bonita cuando miraba. Se quejó de hacer gastar dinero a sus padres en ella que tiraba todo a la basura. Estaba decidiendo no intentar nada más. Salgo muy herida de todas las cosas. “No sé si sabes lo que me pasó en el cine”. “Si, vos me lo comentaste”. “No lo recordaba. No recuerdo. Siempre tengo la idea de que cerré mal la puerta, que la deje abierta. En el cine no sabía que pensar. No podía creer que nadie estuviera ahí, creo que me volví un poco loca., yo soy virgen, parezco de catorce, pero tengo veinticinco., me fui escuchando a Barrett, ¿te gusta Barrett? Yo vi a Barrett”.

Bion sostiene que el analista que trabaja con pacientes psicóticos tiene que operar en un campo que no tiene limitaciones finitas, es decir trabaja fuera del discurso, del número, la abstracción o un objeto vivo. El símbolo importa la vitalidad del objeto vivo y real. El paciente intenta mantener alejada la conciencia de los objetos reales externos que lo vinculan con la realidad interna. Decide quedarse con los ojos perdidos mirando a Barrett, un objeto alucinado y protector que reemplaza al desenlace edípico, que generaría una ausencia de la situación esperada. Se va atacando desde la necesidad de rechazar el significado de la realidad que se evidencia. Comienza tratando de encontrar el hecho que afirme que allí debía concurrir alguien a verla. Luego viene la transformación negativa de la fachada de su casa, hasta la desarticulación del lenguaje.

Andrea evita la mirada. Más que eso, la visión, el olfato. El mundo sensorial se le va pulverizando hasta...nada- diría Bion. No es lo mismo nada que no cosa, nada que el negativo, ¿aquello que no está es nada o la ausencia de algo? Me dirijo a vincular al fetiche con la psicosis. La nada que tapa el fetiche es el paso intermedio entre el objeto animado y el inanimado. Entre el símbolo y la alucinación.  Una característica central del fetiche es que es un objeto inanimado. Inanimado, o bien porque fue despojado de la emoción o porque su funcionamiento se dirige a que la noción realista no se aproxime a su realización. No es una incógnita, es una cosa, un hecho no digerido, no transformado. Es algo que tapa nada, no la ausencia. También puede ser cargado alucinatoriamente. Todo depende de la operación del sujeto. Cada cosa depende de una percepción y una interpretación. Andrea vio a Syd Barrett, eso debía ser para ella un fetiche alucinado importante para estar ahí. No pudo recordar que estaba muerto, lo que sabía de sobra. No pudo oír uno de sus discos o llevar una remera con su rostro. No pudo hacer una división de Pink Floyd antes o después de Barrett. No pudo reunirse con unos amigos a compartir información sobre el fetiche. Ella vio a Barrett. A tal punto el fetiche la aliaba al mundo. Barrett era su hilo de cordura. Conversamos mucho sobre él.

Las princesas del grupo de Andrea iban de remera, eso era muy importante para ellas. Sus diálogos las mantenían unidas en unos mitos sobre Barrett, Vicious, Cobain, Morrison y otros muertos jóvenes. Fuera de esos diálogos que se desplegaban como discurso en la sesión no se sabía bien qué había. Un poco de Paul Celan, Trakl, y el cine de Tarkovski. El diálogo era una parte de ese objeto fijo e inanimado. “No queremos ser princesas, sólo mantener nuestra remera limpia”, cantaba de a momentos en un inglés idéntico al de David Grohl, cantante de Foo Fighters, ex Nirvana. El fetiche tiene una potencia vital: no es transformado, pero tiene una lógica. Todo fetiche tiene una lógica y brinda un mundo no disponible para la función alfa, aunque puede contenerla. La preconcepción está saturada de un significado fijo e inmutable. Es un objeto sensorial sin preconcepción. Sin embargo, como señala Bion, ésta fijeza crece en la inversión de la función alfa. Excrece podríamos decir, es una excrecencia. Como señalan M. Martinez y D, Sor, “para Bion es esencial despertar en los psicoanalistas la idea de que en la sesión “hay dos seres vivos””. Y citan: “Hombre: No sabemos lo que entraña la transformación de lo animado en inanimado, o sí sabemos, o creemos saber, algo de lo que supone el cambio de lo animado en inanimado. El proceso de unión puede ser asesinato y suicidio.” (3)


Tres tipos de fetichismos

La clave de esta clasificación de raíz clínica es entender hacia qué lado se direcciona la movilidad del fetiche, hacia un objeto vivo o hacia un objeto muerto (♀≠♀+♀…).

El fetiche puede ser:

A) una imagen, un objeto animado. Hecho/hechizo. Un protopensamiento. Un dato sensorial. Un elemento beta sin “valencia” pero con una orientación animista tendiente a la desintegración.

B) Una matriz de pensamiento, un objeto de transición, un paso hacia el símbolo. Un elemento beta que espera la función alfa para transformarse en una representación.

C) Un objeto desintegrado y reunido nuevamente en una formación diferente a la del sueño alfa, lo que Bion denomina pantalla beta. Una aglomeración plagada de acción. Una formación similar a la de un sueño, pero en un hecho real externo que tiene vida. Un monstruo, una alucinación, una venganza homicida.

D) Un objeto muerto animado y reunido en una formación grupal: un líder paranoico, una idea elitista mesiánica, un ideal ajeno al principio de realidad.

E)  Partes del yo aglomeradas que se perciben en la presentación bizarra del paciente. Una neoidentidad que no genera la resonancia de una identidad.

La formula
(♀≠♀+♀…)

Hablando del continente ♀, en el capítulo XXVII de “Aprendiendo de la experiencia” (punto 17), Bion sostiene: (♀≠♀+♀…), y aclara, “donde los signos + representan variables que pueden ser reemplazadas por signos que representan emociones y los signos. representan una constante que representa duda”. (pág. 149) (1)

Recorramos un poco la fórmula. Por un lado, los paréntesis y los puntos parecerían indicar que se está considerando esta operación (la del pasaje del objeto animado al objeto inanimado). Los puntos suspensivos señalan que la operación de volver un continente animado es infinita. Lo que quiere decir que un objeto animado puede volverse un objeto sin vida nuevamente. La variabilidad depende del objeto mental construido y su estado en un momento particular.

En segundo término, indica: ♀ es distinto de ♀+♀. Esto podría interpretarse así: el continente separado de la emoción (recordemos que propuso que el signo + representaba una emoción) está despojado de vida. Podría, según lo venimos expresando, el fetiche, ese ♀ aislado, inanimado. Podría ser también un - ♀, o un continente muerto que resta vida en el caso C, D y E de las transformaciones negativas del fetiche que marcamos en el apartado anterior. La desintegración del fetiche en cada operación -♀ -♀ va generando un objeto más extraño y alejado de lo que sucedería en un vínculo ♀+♀.  Podríamos graficarlo así:
Un objeto cada vez más desvitalizado y más cargado agresivamente del cual lo que resta es liberarse a través de una sensorialidad radicalizada. Una unión que organiza, a través de la pantalla beta, una nueva ideografía, una acción extrañamente justificada, una configuración caracterológica que conserva una incoherencia inherente, una rigidez a punto de explotar o rajarse. Un exoesqueleto tan rígido como débil, que muestra que detrás de esa organización aparente el objeto extraño puede hacerse presente. En una acción, una reacción grupal, una idea delirante. En forma de más muertes, más pearcings, o líderes más extraños, o ideas más alejadas de la consensualidad.

En principio el fetiche es un objeto exterior desconectado de un vínculo y manipulable como un objeto físico, material. El continente que ofrece (que no deja de serlo) es diferente, como señalábamos, de ♀+♀. ♀+♀ prosigue (…), tiene sucesivos. Lo sucesivo de un objeto vivo.  En cambio ♀ necesita ser cambiado por otro ♀, no dura ni pasa: queda transformado o fijo. Fijado en el cuerpo, el líder. Cuesta vida y va despojando de vitalidad al nuevo ♀ que se presenta. Lo sucesivo de un objeto animado, que se va transformando, modifica al continente haciéndolo variante, inconsciente y desconocido para sí mismo. Es un conjunto creciente.

En el objeto inanimado el ♀ sin unión resulta del factor omnipotente de la personalidad que no tolera el vínculo o la unión con un objeto (2). Puede dar la apariencia de animado formateado en una ultrasensorialidad incesante y renovada. Lo contrario a la sucesión en el sentido, que, en esta, lo que es reemplazado implica un duelo. La pérdida no está presente en ♀. La pantalla beta se forma de estos continentes inanimados no unidos que no permiten soñar y generan perturbaciones en el yo, sus funciones y la deformación de la sensorialidad. Esas operaciones de ♀ van siendo evacuadas y formando la pantalla beta. En un momento, frente a un suceso apto (2), generan un ideograma. La clave del ideograma es que el significado del objeto no es accesible de inmediato. Reconocer los fragmentos que lo conforman implica un alto grado de abstracción y articulación simbólica por parte del analista. Provienen de un mundo (4) alejado de la lógica consensual. Es diferente del pictograma. Este tiene una cercanía mayor al símbolo, ya que el elemento presentado se acerca en su figuración a un significado consensual, directo. Un dibujo de una casa indica claramente su sentido. El ideograma, como las construcciones en relación a los tuneos en las armas de fuego que veremos en el punto siguiente o los códigos de comunicación en la joven rocker que relatamos al principio son construcciones fetichistas e ideográficas que implican por parte del interlocutor un conocimiento del mundo del cual provienen.


Contagio peligroso
    
Fui llamado por el padre de un adolescente de 17 años. Su hijo había llevado un arma de fuego tuneada, descargada. Parecía un juguete, pero era un arma real según supo entender un responsable del colegio. Resultó que un comité de padres había detectado lo mismo, con lo cual el pánico se hizo presente. No solo eso, el joven había amenazado con una masacre y aseguró que varios con él estaban dispuestos a ello. En la reunión de padres surgió la evidencia de que había en el grupo social al que pertenecían, un conocimiento bastante bueno sobre calidad, calibres de las armas, además de otros detalles. Ringo, mi paciente asignado, aseguró que sus compañeros tenían sus propios modelos de armas tuneados. Se halló además un grupo de WhatsApp llamado “La masacre de Texas 3”. Nadie negó el hecho, ni los padres ni los jóvenes. Además, Ringo, mostró una página en la que había un arsenal de diseños en muestra. Armas inofensivas, un juego habitual. Lo importante no eran las armas sino el tuneo, aseguraban. En la página se observaba, que el valor era el tuneo y no el significado de lo que soportaba el tuneo. Se descubrió sin mucha insistencia que había un consenso sobre el tuneo (de armas) …lo que importaba era el tuneo.

En la entrevista con el vocero del grupo, Ringo, pensé que tenía a un grupo de paciente. Pude indagar que el mundo del joven se orientaba en relación con el tuneo que, sí, podía generar que se dispare un arma de fuego. Había consignados episodios. Hubo peleas por los tuneos, e inclusive, seducciones amorosas. Con Google maps Ringo recorría en la sesión lugares de los atentados de los últimos meses en Estados Unidos. De allí me llevaba en el mapa a su barrio privado y las afueras del mismo. Sus fantasías y juegos con el grupo “la masacre de Texas 3” creo que no tengo que describirlas. Había dos mundos. Con dificultad traté de entender juegos violentos japoneses que me proponía, lleno de tuneadas, y de un lenguaje incomprensible para mí. Yo que intentaba ♀+♀, ser un objeto animado, estaba cada vez más rodeado de objetos extraños ♀. ♀ que se multiplicaban entre los miembros del grupo de WhatsApp. Reían, en videollamadas intermitentes en la sesión. Deje abierto el teléfono del joven porque parecía allí emular lo único que se parecía a un objeto vivo. Pasaron muchas cosas que relataré en otra comunicación. Fui al colegio, invitado por los que parecían ser mis pacientes junto a Ringo. Estuve en una serie de reuniones con los padres. Estaba tratando a un grupo y sus fetiches y relación con objetos inanimados. Solo temía la aparición del monstruo, el momento en que aquellos objetos inanimados se unan y tomen vida  en alguna acción:  .  


Bibliografía

  • Bion “Aprendiendo de la experiencia”. Paidós. 1985
  • Bion “Volviendo a pensar” Horme.1985
  • Redonda, “El tiempo y el espacio en la psicosis”. Argo. (Universidad de Sapienza). 2017
  • Sor-Martinez “Brechas del sueño” Polemos. 2004



Descriptores: Fetiche. Objeto inanimado. Relación analítica. Grupos  



Resumen

En este trabajo se estudia el concepto de fetichismo desde un nuevo punto de vista: la relación en el vínculo analítico con los objetos inanimados. Se presentan dos casos clínicos para pensar esta idea. Se estudian además los diferentes niveles de lo inanimado y sus consecuencias psicopatológicas y sociales.




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