TRABAJOS LIBRES
La mujer y lo femenino en la Ópera
Eugenio Cornide Cheda
OBERTURA
La mujer y lo
femenino ocupa un lugar importante en casi toda la producción operística. Dafne es una ópera con música de Jacopo Peri y libreto en italiano de Ottavio Rinuccini, eestá considerada la primera ópera de la historia, pero desafortunadamente no ha
llegado completa hasta hoy. Eurídice es una ópera pastoral que fue encargada al compositor Jacopo Peri y
al poeta Ottavio Rinuccini con ocasión del enlace matrimonial entre Enrique IV de Francia
y María de Medici, que tuvo lugar en Florencia en el año
1600. Es considerada
por algunos como la primera ópera y que se representa hasta nuestros días cuya
música ha sido
conservada íntegramente.
PRIMER ACTO
Cuadro
primero: La voz sonora
Una voce poco fa/Hace poco una voz
qui ner cor mi risuonò/en el corazón me resonó
Il mio cor ferido è giá /mi corazón herido está
e Lindor fu he piagò/y fue Lindoro quien lo lastimó
El Barbero de Sevilla (Gioachino
Rossini)
La voz humana se
produce por la vibración de las cuerdas vocales, lo cual genera una onda
sonora que es combinación de varias frecuencias con sus correspondientes armónicos que son únicos para cada persona. La cavidad buco-nasal sirve
para crear ondas cuasi estacionarias, por lo que ciertas frecuencias, son
denominadas formantes. Cada segmento de sonido del habla viene caracterizado
por un cierto espectro de frecuencias o distribución de la energía sonora en los diferentes formantes de dicho sonido
y percibir cada sonido con formantes diferentes como cualitativamente
diferentes, eso es lo que permite por ejemplo distinguir dos vocales.
La voz humana tiene
una calidad envolvente que D. Anzieu (2010) ha calificado en términos psicoanalíticos
con la noción de “baño sonoro” o de “envoltura sonora”. Los significantes más
arcaicos se van construyendo a partir de los registros corporales más primitivos. La voz sonora tiene una cierta
capacidad infinita, sin consideración del tiempo ni del espacio. Esta capacidad le da
una ilusión
de omnisciencia y omnipresencia, que la recubre de una cualidad del
inconsciente. La noción de
baño sonoro introduce algo que no es propio sólo de lo sonoro, sino de la cenestesia, la
ingravidez, que se asocia a la música y la musicalidad. Esta característica de
la voz sonora y de la música, hace que el movimiento musical y sonoro, tenga
la tendencia de llevarnos hacia la ingravidez. Ante la audición de la música o de
una ópera, el oyente se siente arrebatado, transportado,
acunado o danzando al son de la música o de la voz humana, en un movimiento que se
aleja de lo real, y que se hace por placer. Esta cualidad de lo musical tiene
las características
cualitativas del holding (Winnicott, 1990), o de ser acunado en el regazo.
Cuadro
Segundo: La música
“La música traduce el sentimiento en su última esencia y ser absoluto”
A. Schopenhauer
La música (del griego: μουσική [τέχνη] - mousikē [téchnē], «el arte de las
musas») es, según la definición tradicional del término, el arte de organizar
sensible y lógicamente una
combinación coherente de sonidos y
silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el
ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psico anímicos. En la Antigua Grecia, se reunía sin distinción a la poesía, la música y la danza como arte
unitario. En la mitología, las musas (en griego antiguo μοῦσαι «mousai») eran, las
divinidades inspiradoras de la música y el arte,
que presidían los diferentes
tipos de poesía. La música estuvo relacionada desde la antigüedad con la mujer
o lo femenino.
El punto en que
psicoanálisis y la música entran en contacto está en una etapa temprana de investigación. Didier-Weill (1999),
desarrolló la teoría de la música como una pulsión invocante. Se enfatiza sobre la
dimensión corporal, lo cenestésico y
se plantea lo pulsional con una
revisión del problema de la percepción. Los aspectos sensitivos y perceptivos de la música
son los mismos que han sido tratados al hablar de la voz sonora.
Weill sostiene que
esta pulsión
tiene diferentes etapas que no son cronológicas sino lógicas; la música "nos llega". Gracias a la música recibimos
una respuesta a una pregunta acerca de nosotros mismos que no sabíamos que teníamos. La música representa un Otro que escucha algo nuestro que
no entendemos, una falta en nuestro ser que no sabíamos que teníamos. Así, al principio es la música la que nos escucha.
INTERMEDIO
Dos mujeres:
Carmen, Violeta
Carmen de Bizet, La
Traviatta (Violeta) de Verdi, se encuentran entre las óperas mas representadas
a nivel mundial según la estadística de www.operabase.com y sus autores están
en el top ten de los que más óperas se representan en la actualidad.Tan pronto como
aparecen sobre el escenario, los personajes femeninos se adueñan del espacio.
La obra operística se convierte en un espacio para el amor perfecto sin
restricciones, donde estas mujeres son exaltadas y magnificadas, odiadas o
denigradas. Son mujeres llenas de intensos sentimientos, para las que no parece
importarles si se tratan de hijas de reyes o de campesinos. En todos los casos
estas heroínas encuentran destinos fuera de lo común, algo que contrasta con
sus homólogos masculinos que, en ocasiones parecen parecen atados a la fuerza
del destino.
Seydoux (2011)
establece brillantemente cómo en la ópera, más que en otras formas artísticas,
las mujeres reciben el máximo privilegio al otorgar a las cantantes el mayor
espacio lírico. La autora analiza las grandes óperas de los grandes
compositores y trata de buscar un modelo emblemático femenino que sirva de
referente común en el ámbito del bel canto, mientras trata de buscar
paralelismos con la época, la sociedad, el momento en el que óperas fueron
creadas intentando establecer hasta que punto estas son reflejo de esas
condiciones. La ópera también es una interpretación del mundo.
SEGUNDO ACTO
Carmen
“L’amour est un oiseau rebelle”
“El amor es un pájaro rebelde”
Carmen (Georges Bizet)
La ópera Carmen, trata
del mito de la libertad individual personificado en una mujer que se encuentra
fuera del sistema, fuera de la sociedad y sus leyes. La libertad por encima de
toda sujeción a un otro, a una familia, a una cultura.
Carmen se encuentra más
allá de
cualquier principio del placer, que la hace ir inexorablemente a un destino fatal.
En este escenario
imaginario de la obra y, tomando en cuenta que el malestar en la cultura
conlleva una marca genérica y hace visible lo insoportable que puede ser para
un varón, el rechazo de una mujer a sus deseos. El
protagonista masculino Don José, vive como afrenta narcisista irreparable el
rechazo de Carmen al no desearlo y no elegirlo como único amante.
La relación violenta entre Don José y Carmen combina “amor y poder” y diferencias de “clase y género” en el contexto socio-histórico del siglo xix. Las reflexiones pueden resultar
limitadas si no se toman en cuenta las significaciones instituidas en cada
momento histórico que asigna a
cada género valores y roles determinados: para los varones el poder, el valor
del mundo público;
para las mujeres, la subordinación y el mundo doméstico. Este dispositivo involucra diferentes ámbitos: la sexualidad, la afectividad, la economía y la política en todas las sociedades, con diferentes grados
de complejidad e históricamente muy arraigadas. Para Carmen esto no era un destino posible
cuando le dice a Don José: “Déjame ir o mátame”
se substrae de ese poder, sostiene su libertad jugándose el Yo; mientras Don José, desde la lógica de las relaciones patriarcales, pone en acto “mía o de nadie”, matándola.
El canto
de Carmen es el de un amor
rebelde y que queda resumido, casi leitmotiv de toda la ópera, en ese célebre "Si tu ne m'aimes pas, je t'aime; si je
t'aime, prends garde a toi" (si no me quieres, te quiero; si te quiero,
ten cuidado). La música, la voz sonora y los movimientos de Carmen, seducen a
Don José y los oyentes se sienten igualmente atraídos y seducidos.
El
enamoramiento con que se inicia la relación amorosa se caracteriza por múltiples disociaciones (Llovet, 2014). La más conocida y significativa es la disociación entre los impulsos de amor y odio, señalada por Klein, que da lugar a la formación de una imagen idealizada del otro. Se perciben los
rasgos positivos mientras los negativos son negados, disculpados o proyectados
fuera de la otra persona y de la relación.
En una perspectiva
de relación, se
observa que este es un fenómeno que se da externa e internamente. Tanto se
perciben los rasgos positivos del otro como se activan los también positivos de sí mismo y, por otra parte, se inhiben o proyectan
fuera de la relación los aspectos negativos del otro y de sí mismo. El amor despiadado con el que Winnicott se
refirió
al amor del bebé hacia su madre, es un amor en el que no se inhibe
los impulsos agresivos, siendo esta capaz de contenerlos sin que su función
resulte dañada. En este amor
el bebé
libra sus impulsos y “se apropia” de la madre sin conciencia de su existencia
independiente y su vulnerabilidad. La diferencia que se da en la pareja es que
se permite cierto grado de amor cruel con la conciencia de los riesgos y la vulnerabilidad,
pero, a la vez, la confianza en su resistencia y la complicidad mutua. La
pareja formada por Carmen y Don José es muy distinta a la formada por este y Micaela ya que ésta
representa el ideal materno con un vínculo de amor que no lleva a la muerte.
Hay dos momentos donde Micaela trata de sacar a Don José del vínculo con Carmen
y atraerlo hacia una relación de amor materno-filiar. Los dúos musicales entre
Don José y Micaela también tienen otra musicalidad, más suave, tranquilla,
rememorativa y tranquilizadora. Las modificaciones bioquímicas que se producen no solo en estos instantes,
sino también
de forma más
sostenida, en relación a la persona amada y, finalmente, de forma más amplia y de largo plazo en el conjunto del
funcionamiento psíquico.
Don José parece ser otra persona cuando está con Micaela, cantando ambos dúos llenos de dulce emotividad, que cuando está con Carmen, con quien los dúos tienen una gran carga de patetismo y rabia.
Observa el crítico una triple
destrucción:
en lo emocional, en lo profesional (abandonando el ejército y sumándose a los contrabandistas) y golpeado por la
desgracia (un continuo de hechos aparentemente fortuitos que le hunden
progresivamente en la desesperación).
TERCER ACTO
Violeta
“È strano…Ah! forse è lui…Sempre libera”
“Es extraño... ¡Ah! Tal vez sea él...Siempre libre”
La Traviata (Giuseppe Verdi)
Musicalmente La Traviata, ha logrado el status de obra maestra y está
basada en dos trabajos
literarios, de Dumas (hijo), La dama de las camelias
(1848,1852) son también clásicos
literarios y dramáticos.
El núcleo psicológico de la ópera radica en el conflicto edípico que surge entre los personajes principales,
Violeta la cortesana, Alfredo Germont y su padre, Giorgio Germont. Los amantes,
de diferentes clases sociales, están separados por un padre legislador. Este momento de
interdicción paternal es el eje de la ópera. Todo cambia dramáticamente cuando Germont, inesperadamente, entra en
escena y confronta con Violeta las consecuencias mayores de su prolongada
relación amorosa con su hijo: su status de prostituta
significa que su hija no logre casarse. Le ordena a Violeta que deje a Alfredo.
Ella llora, pide clemencia y una sentencia más leve: ella podría separarse de Alfredo un tiempo y reunirse
nuevamente con él, luego del matrimonio. Germont permanece inflexible; su separación deberá ser para siempre. Ella le obedece, partida por el
dolor.
Somos testigos de
una escena con fuertes alusiones de abuso en la cuales un hombre mayor y
poderoso de clase alta fuerza su voluntad en una joven mujer de clase baja.
Esta vez la mujer, aunque
experimentando un acoso en el centro de su vida, afecta al hombre al mismo
tiempo poderosamente, alterando toda su psicología en el proceso. Se trata de una figura paterna y a pesar de que es ella la que pierde todo,
Germont queda luego del encuentro, un personaje cambiado. Las ramificaciones de
esta paradoja afectan los eventos posteriores. Desde la audiencia también se sufre en la identificación con Violeta, pero cerca del final de la escena también compartimos sentimientos con Germont. Más aún, la calidad la experiencia no es sado-masoquista sino más rica y más viva, mientras somos testigos y participamos
internamente de todas las partes luchando contra todas las dificultades, cambiando
y desarrollándose. Por detrás o por encima de todo lo que se canta está la música. Ni la novela ni la obra de teatro comienzan a
alcanzar la multifacética complejidad psicológica de la ópera, ni tampoco se sospecharía si solo se leyera el libreto. En la novela, el padre,
aunque eventualmente es cordial con la cortesana, nunca pide disculpas.
Es la
música la que transmite una historia diferente y con la
cual puede sentirse el dolor y la transformación de cada uno de los
participantes.
Al comienzo se
trata de demostrar cómo Violeta baja sus defensas y cómo comienza a enamorarse.
Es la encarnación de la cortesana independiente y profesional. El
drama también
se ocupa de los conflictos entre diferentes formas de poder y dominancia en su
desarrollo como Violeta en las relaciones y podemos ver cómo la música de Violeta al principio expresa el modo
insolente y auto-protector en que explota su sexualidad, la calidad
extravagantemente erótica de su música, para mostrar sus atractivos pero a su vez para
enviarle un mensaje inconfundible a quien está sexualmente a cargo, por ejemplo, su verso de la canción del beber, (“Libiamo”).
Es la calidad del rol fluctuante de Violeta a lo largo de toda la ópera entre el virtuosismo tan demandante y semejante
simplicidad lírica
que hacen que su papel sea tan desafiante. Ella mira hacia afuera y hacia
adentro con la misma intensidad. Mientras oscila entre defender sus deseos
vinculantes con Alfredo y entregarse al amor, del mismo modo fluctúa la música entre una coloratura virtuosa, que simboliza su
erotismo firme y narcisista, como en su cabaletta, “Sempre Libera”, un estilo simple y directo “Èstrano” iniciado por Alfredo (Un difelice) mientras ella se permite, influenciada por él, abrirse emocional y sexualmente.
Violeta y Alfredo
comienzan como personas separadas, pero luego su estado de fusión
romántica y negación de las diferencias está maravillosamente simbolizado por su convergencia
musical: aunque cantan dos diferentes arias superficialmente Un difelice y Ah, fors'è lui el clímax melódico para cada una es idéntico. Ahora están fusionados por la voz y por la música, aún desde
la distancia ya que el final del acto él canta fuera del escenario y Violeta lo
sigue desde la escena. Alfredo y Violeta han establecido una díada ideal en su país idílico, lejos de toda sociedad, incluyendo a los
amigos cortesanos de Violeta. Ella, siempre más realista que Alfredo, ha estado empeñando en secreto varias cosas. Entonces ella
representa el rol de objeto maternal manteniendo y gratificando a su niño de modo tal que permanezca libre de toda ansiedad.
De ahí
la intromisión no
bienvenida de un tercer objeto, de la realidad, está de hecho presente desde el comienzo de la escena en
la forma de dudas recurrentes y un presagio del orden edípico.
Durante la estadía en este “país idílico”, Violeta mejora notablemente de su
enfermedad. La tuberculosis como enfermedad psicosomática, está sujeta a los
devenires bio-psico-sociales. Estando Violeta en un vínculo deseado y querido,
en un ambiente campesino, lejos de la ciudad contaminante, tanto para su cuerpo
como para su mente, su afección física casi desaparece.
Musicalmente, nos encontramos con un estado de cosas complejo. El texto de Germont
es el mismo, pero aun cuando comienza cantando sobre el negro futuro,
su voz y su música adquiere una calidad más suave, tal vez implique alguna empatía inconsciente para su predicamento. Cuando le exige
que prescinda de su familia, se vuelve más cálido e inequívocamente
suplicante, la música sugiere que él en realidad la está tratando con respeto e incipiente afecto, y también reconoce que ella tiene en efecto cierto poder en
la situación; musicalmente él no demanda, implora.
La música de Germont se torna más suave en sus contornos, menos declamatoria y áspera, menos superior y crítica.
Él se ha visto
afectado emocionalmente a pesar de sus mejores esfuerzos defensivos y su mundo interno ya no es el mismo. Canta con Violeta en un estilo que denota una
pasión complementaria, especialmente cuando canta Piangi piangi. Todo esto gracias a la música que Verdi emplea para
atemperar las duras palabras que formula Germont. Aquí el padre se ha visto afectado emocionalmente, a
pesar de sus esfuerzos y está cambiando de postura. Se une a Violeta al cantar en
un estilo que denota una pasión compasiva y complementaria. Aquí la
música impacta como
no siendo meramente la expresión de un padre que le permite a una hija llorar: es
mucho más fuerte, y transmite que en la identificación
compasiva, también él está llorando internamente.
Es la música la que sugiere el sufrimiento de Germont y su
creciente compasión tierna por Violeta. Verbalmente adopta la defensa de encomendar a
ella el valor de hacer lo que está bien y ser noble, donde la virtud es su propia recompensa.
Verbalmente él
permanece en una postura del super Yo no obstante, cambia de una postura
condenatoria a una actitud más alentadora. Musicalmente
pasa a cantar hacia una posición más humana, en la que empatiza con su sufrimiento y lucha con su propio dolor.
La música transmite la fuerza del carácter de Germont e inicialmente su expectativa de
dominación
y su muy apasionada cualidad también indican, algún tipo de carga sexual. La
música por sí misma no muestra ninguna representación al servicio de una cruel y destructiva manipulación de la pareja. Por lo tanto, esto constituye, un
aspecto del drama. El texto y la narrativa dramática parecen claramente implicar que Germont está excitado,
envidioso y con una mentalidad destructiva, pero todo esto no se encuentra en
la música. Esto constituye una bella narración, en efecto contraria, de la frecuentemente
ensayada tesis de que los significados inconscientes de la ópera se encuentran en la música, portando el texto solo el intento consciente.
Germont oscila
crecientemente entre estados musicales y mentales bastante diferentes, en
respuesta a Violeta. Ella trata de ser sincera consigo misma de tantos modos
diferentes mientras negocia su situación edípicas y
dispara una correspondiente gama de sentimientos en Germont. Él también fluctúa musical y verbalmente, mientras
ella puede ser vista como
respondiendo en su desesperación emocional de ser abatida por padre e hijo, con una
sola salida posible: el rechazo de ambos, cuando ella ya se enfrenta a la
muerte inexorable. Pero es su pasión y bravura en su manera de sumisión lo que nos conmueve y parece que a Germont también. Hace una entrada impactante, confrontando y
condenando a Alfredo públicamente,
así
dando vuelta inmediatamente la
situación para que una vez más, sea Alfredo quien es el objeto desgraciado de la
humillación.
La situación dramática
gana su potencia colosal en el hecho de que Germont no solo está expresando una versión primitiva y tiránica de
su veredicto castrador como padre. Por causa de su nueva relación depresiva propia con Violeta, Germont la defiende
del ataque de su hijo (y de su propia denigración previa) con verdadero respeto y un sentimiento
profundo, traducido en una música muy potente, en el aria, Di sprezzodegno. Una vez más, hay una situación emocional más compleja que lo convenido en el libreto, en la
cual, la música se impone sobre las palabras.
Este es el momento
del estilizado pezzo concertante, cuando, de acuerdo a la tradición de la ópera italiana del siglo XIX, el tiempo permanecía detenido y en un lento número musical para todo el elenco y el coro, cada uno
de los personajes rumiaría expresiva y apasionadamente sobre la crisis dramática, en líneas de contrapunto bastante separadas, pero simultáneamente unidas en un todo armónico. La
situación puede compararse
ahora con cómo,
en una sesión psicoanalítica en un momento de elevada tensión emocional, el paso del tiempo puede a veces ser demorado
radicalmente para darle alguna oportunidad, a los diferentes y a menudo
contradictorios y disonantes sentimientos componentes para ser explorados y
expresados. Pero lo que la música puede agregar, en manos de Verdi, es combinar
las expresiones de estos sentimientos diferentes en una articulación
simultánea.
La imagen musical
central de Addio del passato es la de una danza de muerte colapsada y distorsionada, y su propósito dramático están en unas pocas caricias para que infaliblemente
toquen su alma. El extraño
acento “incorrecto” sobre el del segundo golpe del triple compás lleva una señal de desorden, cansancio y desgano... como tantos
pequeños y necesarios y pocos acentos que nos recuerdan
una vez más
su prontitud de sacrificio canónico concepciones de belleza para lo que él consideraba ser el detalle desagradable de la “verdad” (Hepokoski, 1989).
Debajo de la
superficie del libreto, se percibe cómo la heroína
y la figura del padre viajan juntos musicalmente por medio de un nivel más profundo de sufrimiento y de amor. La figura del
padre siente su relativa impotencia y paradójicamente gana en estatura. La hija/cortesana se
expresa como una mujer de verdadera profundidad que tiene el coraje de tirar
sus defensas contra su dependencia. La trayectoria depresiva edípica la que profundiza la tragedia, transmitida casi
totalmente por la música.
La música durante
toda la obra muestra su primacía más allá del libreto y de las palabras de cada
uno de los personajes. Es la música la que transmite a cada uno de los
personajes y a los espectadores, la tragedia interna que cada uno vive del
comienzo al final de la obra.
Bibliografía
- Anzieu, D. (2010). El yo-piel. Madrid: Biblioteca Nueva.
- Didier-Weill, A. (1999) Invocaciones. Dionisio, Moisés, San Pablo y Freud. Nueva Visión, Bs. As,1999.
- Llovet. P. (2014). La conexión emocional de la perilla desde la perspectiva psicoanalítica relacional. Barcelona, Octaedro.
- Seydoux, H. (2011) Las mujeres en la Ópera. Editorial Empresarial. Madrid 2011
- Winnicott, D. (1993) Los bebés y sus madres. Paidós, Buenos Aires, 1990, p. 23.
Descriptores: Voz sonora, música, envoltura sonora, Ópera.
Resumen
En el trabajo se
trata el tema de lo femenino y la mujer en la Ópera, la música y la Voz Sonora.
La música y la Voz Sonora tienen un aspecto envolvente que hace que el bebé se
sienta envuelto y acunado con la misma, constituyendo un elemento constitutivo
del Yo. La música tiene desde sus orígenes míticos aspectos femeninos que
durante representación operística se ponen de manifiesto los mismos, además de
la importancia que han tenido los personajes femeninos. Los personajes de
Carmen y Violeta trasmiten múltiples facetas de la naturaleza femenina y la
música adquiere un valor trascendental en la posibilidad de trasmitir
contenidos que están más allá del propio libreto.
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